
Los efectos del Yin Yoga
Yin Yoga es una práctica sencilla, pero no es fácil. Es relajante, pero va un poco más allá, buscando que bajemos del nivel de actividad que llevamos la mayor parte del día. Es profundo, energético, sutil y, a veces, desafiante en la quietud de la postura.
Os voy a contar algo, la primera vez que fui a una clase de Yin Yoga no quise volver en un tiempo, me dolía el cuerpo aún sin haber hecho un gran esfuerzo, pero lo peor, es que sentía una gran tristeza. Eran tensiones acumuladas, algo que no había soltado, no entendía que me hubiera ocurrido eso en esa práctica y no cuando me sentaba a meditar, así que llamó mi atención de tal manera que volví, no una, si no muchas veces. Y ahí comenzó mi amor y pasión por el Yin Yoga, una sanación para el cuerpo, la mente y el alma.
Según la antigua tradición taoísta, no solo existe el Yin y el Yang en la naturaleza y todo los que nos rodea, si no que estas energías también están en nuestros cuerpos y los tejidos pueden clasificarse como yin o yang. De esta forma, los músculos son tejidos yang, sus cualidades: cambiante, móvil, activo, caliente y ascendente; y necesitan actividades de esta característica para trabajar, por ejemplo con tipos de Yoga más dinámicos o deportes activos, etc.
En cambio, los tejidos yin son aquellos que trabajan de forma más lenta: articulaciones, huesos, tejido conectivo, es decir, todos lo que forman un marco para sostener la estructura del cuerpo y sus órganos, entre ellos la fascia, una red continua de tejido que se entrelaza dentro y alrededor de los músculos, órganos, nervios, etc. Sus cualidades son movimiento descendente, inmóvil, estable, pasivo y frío.
Todos estos tejidos, también necesitan ejercicio para estar sanos. Son tejidos que cuando somos pequeños son suaves y lisos, pero según vamos envejeciendo, se endurecen, pierden elasticidad y como consecuencia, perdemos movilidad en las articulaciones y huesos. La fascia se contrae y hace que el tejido esté más tenso, restringiendo el movimiento.
¿Qué tienes que tener en cuenta para practicar?
Juega con tus límites: cada vez que entres en una asana, ve solo hasta el punto en que sientas una resistencia en el cuerpo. Dale a tu cuerpo la oportunidad de abrirse y si te invita a profundizar, solo entonces hazlo, escucha a tu cuerpo.
Descansa en la quietud: una vez que hemos encontrado el límite, nos acomodamos en la postura y esperamos sin movernos, conscientes de nuestra respiración, conscientes de los pensamientos, emociones y sensaciones corporales.
Ríndete: cuando llegamos a nuestro límite, y una vez que nos hemos quedado quietos, todo lo que queda por hacer es rendirse.
Con la práctica habitual, con un enfoque lento y constante, Yin Yoga nos ayuda a hidratar y regenerar los tejidos yin y, con el tiempo, se van fortaleciendo. Hacemos hincapié en las posturas pasivas y estáticas que sostenemos durante un periodo de tiempo prolongado, dejando los músculos relajados, y relajando nuestro sistema nervioso.
A veces ocurre, que si sostenemos una postura durante un tiempo, al salir de ella notamos como que nos cuesta movernos, quizás nos sintamos hasta un poco incómodos, esto ocurre porque hemos “estresado” de forma suave los tejidos, y al moverlos, el cuerpo reacciona de esta forma.
No sólo notarás los beneficios en el cuerpo, los beneficios también incluyen a la mente, ya que a través de la relajación corporal llegamos a una sensación de calma que podemos llevar a otros momentos fuera de la esterilla. Esta relajación influye de forma positiva en la forma que recibimos y procesamos la información que nos llega del exterior e integrar positivamente nuestras emociones.
A nivel mental, nos permite adentrarnos en un estado de meditación profunda donde nuestro cuerpo acompaña al proceso mental. El objetivo es soltar en profundidad los tejidos conjuntivos y las articulaciones para eliminar todas las tensiones acumuladas al largo del día, vaciar la mente y reequilibrar la energía.
Además, la práctica de yin yoga puede conducir a una profunda liberación de las emociones contenidas en nuestros tejidos más profundos, lo que le permite finalmente dejar ir este bagaje emocional. Existen emociones que quedan atrapadas en el cuerpo y que tienden a quedarse en zonas débiles del cuerpo, y pueden ser bastante antiguas. Hay emociones de la infancia que se quedan toda la vida con nosotros. La “retención” de los problemas y emociones en los tejidos, puede afectarnos física, emocional, energética y espiritualmente. Se traducen en resistencias, energéticamente hablando en obstrucciones y bloqueos.
Cada órgano está relacionado con unas cualidades mentales que estarán más o menos latentes en función del equilibro de ese órgano y del conjunto de nuestro cuerpo. Y la cualidad energética de encontrar el equilibrio entre las energías puede literalmente sentirse como recuperar el equilibrio en la vida. Si no trabajamos en ello y nos aferramos a emociones dolorosas que no están resueltas como la ira, el resentimiento, la culpa y otros, puede generar malestar, ansiedad, estrés, fatiga y dolor físico.
Deja que la práctica de Yin refresque tu mente para que esta tenga mayor claridad y comprensión; deja que cree amplitud en el corazón para permitirte vivir con más facilidad. Sumérgete y ríndete ante la quietud!